Se celebra la tercera de abono de la fase por el título, congregando al respetable a “sestera” hora en el municipal y cuasi monumental de La Vega. Bajo un sol de justicia preludio y animador de tarde de feria y fiesta saltan al “glauco” junto a la vega del Pisuerga los diestros y siniestros locales. Con su habitual traje de grana y albo, culminan elegante y marcial paseíllo para dar inicio al festejo.
Tras algunos problemas, solucionados finalmente, relativos a la disposición y presencia del equipo médico se lanza la montera cayendo esta boca arriba en el campo de OUCRA. El saque inicial rinde en una abierta que decide jugar el medio apertura sin previo aviso, recortando y “ancheando”. Lance poco ortodoxo, anuncio nada alentador que se vería confirmado en el postrero desarrollo de la faena.
El astado; de divisa blanca, cielo y carmesí, procedente de la ganadería de Reinosa. Zancudo, calgüeño y enmorrillado, dio muestras desde el principio de no estar por la labor de facilitar la tarde a los locales. El morlaco se empeñó en acorralar tras la encalada de 22 a la comparsa del OUCRA que, falta de ideas, era incapaz de salir a los medios con soltura. Comienza entonces el cornúpeta a infringir cornada tras cornada en forma de golpe de castigo, abrochando el lance con el acierto de un pateador que al volapié o en la querencia ponía el estoque entre agujas. Sumaban de tres en tres las heridas en la taleguilla de Arroyo y así hasta las quince al llegar al ecuador.
No obstante hubo aliento en la concurrencia cuando Edu en el catorce por chicuelinas, Pedro en el veintiséis al natural y Moro en el treinta y uno de media verónica ponen un 17-15 en el cartel que animaba la merienda. Nos vamos al entreacto con aviso y amonestación a Bernier que verá el reinicio de faena desde la barrera mordiendo capote.
El reinicio del rugbístico encuentro dará un vuelco no por menos deseado imprevisible y la deslucida corrida vista hasta el momento se transforma en grotesca charlotada. El bombero torero, los bufos zancudos, los enanitos forçados, la enfermera con pelos en las piernas, la monja en minifalda y un negro con tricornio y calzoncillos de topos. Algarabía y sorpresa en los tendidos ante el caos reinante en el ruedo. Revolcón al enano y tres puntos de sutura, pitonazo al negro y costurón de tres puntos, pingoleta a la enfermera y tres puntos esta vez en las medias; así hasta sumar treinta y dos. Solo las patadas del único Manso que saltó al ruedo esta tarde consiguieron recortar las distancias al astifino bóvido. Se cerraba el portón tras la amonestación a Merino en el treinta y siete con el balance de 23-32 para la ganadería cántabra.
Aplausos de ánimo y cariño de un respetable que abandonó el tendido cariacontecido y decepcionado por lo que prometía fiesta grande y terminó en burlesca taurina rural.
Hasta aquí la crónica de un OUCRA ARROYO necesitado de mucho trabajo si entre sus intenciones está el tomar una rápida alternativa en este mundillo del Rugby.